Eres feliz. Saber no quieras
lo que brilla en los ojos humanos.
Sonríe tú como mañana fresca,
como tarde colmada en su ocaso.
Porque eres eso, si: la tarde pura
en que a veces yo mojo mis manos,
en que a veces yo hundo mi rostro.
¡La tarde pura en su placer dorado!
La savia dulce de la primavera,
toda la luz de la tarde en un cántico,
sube entonces feliz y presurosa
desde tu corazón hasta mis labios.
Carlos Bousoño.
Precioso atardecer y delicioso poema el que hoy nos ofreces. Dibujan en mi cara una sonrisa con la que me dispongo a vivir un feliz dia dominical.
ResponderEliminarPorqué no escucharemos más a los poetas y menos a los economistas. ¡Otro gallo nos cantaría!
ResponderEliminarSalud y suerte, Jorge.
Queridos:
ResponderEliminarQué alegría doble me dan vuestros comentarios que valen su peso en oro (el lunes va a ser más llevadero).
Me gusta sentir que somos amigos.En vuestros blogs, me siento como en casa.Admiro, ya lo sabéis, vuestro arte.
Un abrazo, de corazón, a los dos.